Las formas aparentemente convencionales pueden remitir a diferentes modos de religiosidad, de sacralidad. Lo sagrado, que hoy apenas se nos insinúa convertido en un objeto manoseado, trata de escapar de lo epocal, de lo concreto. Más aún, es ese horizonte que divisamos cuando alzamos la mirada, lo que nos limita.
Hoy en día, por eso mismo, por limitante, y en un esceso de soberbia, tratamos de negar todo horizonte. Es cuando el arte, la cultura, la religión, pierden su sentido sagrado y toman la palabra las ideas de perfección inalcanzable, la libertad, la justicia, etc. Lo sagrado, quizás por eso hoy en día esté mal visto, más aún cuando vemos que lo sagrado va irremisiblemente unido al Mal, pone coto a semejantes accesos, a esa imperiosa necesidad del más allá, de ser Dios. Es así que dejamos de creer en Dios pero no en todo lo que él significa, la perfección infinita, inancanzable e infalible.
Pero lo sagrado, y en consecuencia el Mal, lejos de abocarnos a las tinieblas, nos abre la puerta de la perfección alcanzable, la humana. Ya lo decía Jesús: al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios.
Hoy en día, por eso mismo, por limitante, y en un esceso de soberbia, tratamos de negar todo horizonte. Es cuando el arte, la cultura, la religión, pierden su sentido sagrado y toman la palabra las ideas de perfección inalcanzable, la libertad, la justicia, etc. Lo sagrado, quizás por eso hoy en día esté mal visto, más aún cuando vemos que lo sagrado va irremisiblemente unido al Mal, pone coto a semejantes accesos, a esa imperiosa necesidad del más allá, de ser Dios. Es así que dejamos de creer en Dios pero no en todo lo que él significa, la perfección infinita, inancanzable e infalible.
Pero lo sagrado, y en consecuencia el Mal, lejos de abocarnos a las tinieblas, nos abre la puerta de la perfección alcanzable, la humana. Ya lo decía Jesús: al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios.
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