"Durante el siglo XIX los artistas han procedido demasiado impuramente. Reducían a un mínimum los elementos estrictamente estéticos y hacían consistir la obra, casi por entero, en la ficción de realidades humanas. En este sentido es preciso decir que, como uno y otro cariz, todo el arte normal de la pasada centuria ha sido realista. Realistas fueron Beethoven y Wagner. Realista Chateaubriand como Zola. Romanticismo y naturalismo, vistos desde la altura de hoy, se aproximan y descubren su común raíz realista".
José Ortega y Gasset
La deshumanización del arte
Espasa Calpe 1993, pg. 54
Es posible entender que la asunción de la idea de hombre completo tuvo su lugar en el tiempo que viene a coincidir con la ilustración, movimiento que acentúa el predominio de la razón humana y la creencia en el progreso humano. Este énfasis en la razón humana determinada por el progreso científico-técnico obvia otras racionalidades que tienen que ver con el lado oscuro del sujeto. María Zambrano llama a esa racionalidad oscura e incompleta razón poética. Es una razón imposibilitada, que se niega a salir a la luz y, por tanto, imposible de formalizar, de hacerla comprensible.
Esa fue, entiendo, la gran empresa del romanticismo: tratar de superar la incompletud del sujeto. La estrategia, como bien dice Ortega, fue anclarse en la ficción de realidades humanas, completar, como sea, al sujeto. De tal manera que no sólo murió Dios, sino todo lo que lleva consigo, el arte, la estética, la religión. El sujeto pasó a ser un vulgar muñeco de paja, maleable, pero eso sí, completo.
Esa fue, entiendo, la gran empresa del romanticismo: tratar de superar la incompletud del sujeto. La estrategia, como bien dice Ortega, fue anclarse en la ficción de realidades humanas, completar, como sea, al sujeto. De tal manera que no sólo murió Dios, sino todo lo que lleva consigo, el arte, la estética, la religión. El sujeto pasó a ser un vulgar muñeco de paja, maleable, pero eso sí, completo.
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