"La relación de nuestra mente con las cosas consiste en pensarlas, en formarse ideas sobre ellas. En rigor, no poseemos de lo real sino las ideas que de él hayamos logrado formarnos. (...) Con las ideas, pues, vemos las cosas, y en la actitud natural de la mente no nos damos cuenta de ellas, lo mismo que el ojo al mirar no se ve a sí mismo. Dicho de otro modo, pensar es el afán de captar mediante ideas la realidad; el movimiento espontáneo de la mente va de los conceptos al mundo".
José Ortega y Gasset
La deshumanización del arte
Espasa Calpe, 1993, pgs 77-78
Es lícito pensar junto a Ortega que entre la idea y la cosa, entendida como objeto, sujeto, acción o acontecimiento, hay una distancia insuperable, distancia que una y otra vez tratamos de salvar en vano. Podemos decir, y para ello recurro a un cierto tono poético, que ese movimiento de acercamiento es similar a esa estela que deja un barco velero en su travesía oceánica, un movimiento efímero que tiende a diluirse en el tiempo.
Pero si en el romanticismo imperaba cierto optimismo en relación a la idea que, como creación humana, se creía todopoderosa -recuérdese el espíritu absoluto de Hegel-, el siglo XX, o mejor aún sus acontecimientos, descubren su verdadera miseria. En palabras de Ortega, el objeto es siempre más y de otra manera que lo pensado en su idea (op. cit. 78). Es ahí donde experimentamos nuestra incompletud y, por supuesto, la de los demás.
Es por ello que ese énfasis en superar la incompletud del sujeto, de los objetos, de los actos y de los acontecimientos, nos lleva a caer en la tentación de creer que la realidad es lo que en verdad pensamos de ella, o sea, que la idea que nos formamos del mundo la asumimos como la realidad misma. La propuesta para superar esta dificultad sería invertir el sentido, la dirección, es decir, volver la espalda a la realidad y tomar las ideas tal como son y, a partir de ahí, hacerlas vivir como tales, lo que llama Ortega mundificar las ideas. En este sentido, el arte sólo tiene sentido asumiendo su irrealidad, su incompletud, su lado oscuro, es decir, el arte se hace realista como algo irreal.
Comentarios
Que la seta sea venenosa es una idea ya mundificada y, por tanto, vivida, real para el conjunto de los seres humanos que compartimos ese horizonte indubitable.
Pero antes, que la seta sea venenosa aporta más bien poco a la realidad de la seta.
Este mundo vivido y compartido sería el anclaje que nos salva de cualquier idealismo y relativismo.
Ya saltamos a la siguiente entrada.