Clarinete "Toscanini" |
En este sentido, ciudadano y músico remiten al mismo sujeto incompleto, necesitado del otro, de lo otro. Hablamos de la misma necesidad de la que hablaba Julián Marías en su Breve tratado de la ilusión: "La indigencia humana no cesa nunca, su menesterosidad no se extingue con la presencia, el logro, el goce, la posesión, con todas las formas de consecución o realización que puedan imaginarse. En la medida en que las necesidades son auténticamente personales, son inextinguibles, perdurables, están penetradas de duración ilimitada" (Alianza Editorial, p.54). Una y otra vez esa necesidad sale a escena, de diferentes modos, y pone a prueba a cada uno de los músicos, que se ven en la obligación de agenciarla, aun a sabiendas que no existe la resolución completa, peor aún, siempre es parcial, voluble, efímera. El músico necesita de su instrumento, al que tiene que dedicar su tiempo, horas y horas de convivencia silenciosa; el músico necesita del otro músico en esa búsqueda de la excelencia, ¡ah! el alma de la orquesta: violines, violonchelos, o en la búsqueda de la diferencia, orgullosos de sí, de su peculiaridad, de su idiosincrasia.
Ya no son las cosas como antes... |
Ante esta situación de desconcierto puede producirse una cierta melancolía, añoranza de cualquier tiempo pasado fue mejor. En el otro extremo, podemos radicalizarnos obcecadamente, romper con todo para comenzar de nuevo, todo ha sido un mal sueño, una pesadilla. Ese comienzo justificaría las acciones más depravadas, incluso la muerte.
Nos ha salvado la música |
Repensemos, pues, la democracia con este ensayo de orquesta.
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