El año pasado por estas fechas decía Albert Plá en el programa de radio 3 Carne cruda (puedes oirlo a partir del minuto 54:00 del audio, no tiene desperdicio) que igual un día vamos a ir a una manifestación, y luego chocaremos contra otra, y luego habrá otra, y nos vamos a quedar atrapados dentro de la manifestación. Va a venir una carga policial y te vas a escapar, pero vas a ir a otra manifestación que protestan contra el aborto, ¡ups, que me he equivocado!, y te vas a ir a otra que son nacionalistas, y así nunca podrás salir de la manifestación. Vamos a quedar atrapados de manifestación en manifestación. El mundo es una gran manifestación. Puedes dar la vuelta al mundo de manifestación en manifestación. Antes se podía hacer Europa de árbol en árbol. Ahora de manifestación en manifestación... -nótese, tras la escucha del audio, que el entrevistador amenaza al entrevistado con ponerse serio ante la negativa de dar una opinión positiva, o negativa, sobre el tema de las manifestaciones, y en concreto sobre el 15M.
Que toda esta parrafada tenga algo que ver con la sinfonía nº 3 de Shostakovich tiene sus riesgos, pero intentémoslo, con la ayuda de Krzysztof Meyer y su obra dedicada a la vida, obra y época de Shostakovich. Según Meyer, a Shostakovich le atraía incorporar en la gran forma sinfónica elementos estilísticos como el humor, lo grotesco, lo burlón u, en definitiva, el sarcasmo. Todos estos elementos ya los había trabajado en otros contextos, como en la música de películas. Sería la sinfonía nº 3 la señalada para llevar a la práctica esas ideas en un ámbito más o menos sagrado, el sinfónico, donde como ya hicieron los postrománticos, si había que innovar, debía ser en un ámbito determinado: en el de la armonía y en el del desarrollo temático. Del atrevimiento de Shostakovich dio cumplida cuenta el poder establecido. Fue imputado por la burocracia estalinista a mediados de los años treinta por los cargos de abstracionismo, formalismo y experimentalismo estéril. Esto hacía que la crítica por parte de sus colegas, Miaskovsky, Prokofiev, o las reacciones de la prensa estadounidense fuesen calderilla.
Aunque la cita es larga, merece la pena leer lo que personalmente piensa Meyer de esa sinfonía: La sinfonía "Uno de mayo" no es una obra plenamente lograda, aun cuando su primera mitad está llena de ideas armónicas e instrumentales realmente fascinantes y de humor. La misteriosa introducción del solo de clarinete, la caprichosa armonía de la marcha encomendada a las trompetas y a la cuerda en pizzicato y, finalmente, la cuasigalopade progresivamente ascendente prometen un mundo fascinante. El carácter de scherzo de la música, la naturalidad de los contrastes entre el humor bufonesco y la extravagancia levemente velada de los temas supuestamente serios transportan al oyente a un mundo sonoro sumamente original. Durante un largo periodo la música se desarrolla casi sin aliento, la tensión crece y en el momento culminante surge inesperadamente la paráfrasis de una marcha increíblemente banal, encomendad a los cornos y a la caja clara, a los que muy pronto se asocia la trompeta que entona un motivo humorístico. A continuación suena un andante pleno de tensión, pero al final el oyente tiene la impresión de que el compositor ya no domina los elementos cómicos y paródicos que él mismo ha puesto en movimiento. La música se ahoga y en lo siguientes pasajes rápidos falta la espontaneidad que caracterizaba el comienzo de la obra. No todas las parodias reflejan buen gusto. El enfático coro final es completamente vacío y carece incluso de aquella fuerza primitiva, pero expresiva a su manera, que a pesar de todo tiene el Finale de la Sinfonía nº 2.
Mutatis mutandis, ¿esta cita no refleja la actual situación de la lucha de clases? ¿Es que Shostakovich con esta sinfonía se adelantó a su tiempo y supo ver, con meridiana claridad, el futuro de la "lucha de clases" que se fraguaba en su país? El propio Meyer incluso se atreve a preguntar: ¿O fue tal vez que el compositor añadió intencionalmente un Finale banal plenamente consciente de la ingenuidad del tema de la actualidad que él mismo había elegido, el Uno de mayo?
Hoy esta banalidad es nuestro pan de cada día, y no sólo en una fiesta como la del Uno de mayo. El recurso de la manifestación callejera es universal, es usado tanto por la derecha como por la izquierda, y en ambos casos, la utilización partidista de los datos, número de asistentes, utilización o no de la violencia implícita o explícita, es tergiversado, ridiculizado, por unos, y sobredimensionado por otros. Es por ello que la utilización de temas ridículos, bufonescos, y su escaso o nulo desarrollo motívico en esta sinfonía, más que un lastre, suponen un verdadero acierto, y ésta, a pesar de su falta de "sustancia sinfónica", siempre a ojos de un compositor competencialmente educado en la tradición clásico-romántica, no deja de suponer un fiel reflejo de lo que se cocía en su momento.
Por cierto, escuchemos...
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