Hablaba, de manera breve, de como el patriarcado ha sabido adaptarse a los tiempos modernos. El patriarca, el poder, ha sabido realizar las "reformas estructurales" para mantener la misma estructura de poder, la misma distinción de clases. ¿Seguimos con lo mismo, con la lucha de clases? ¿Pero eso no es retórica de comunista?
Quizás debamos hablar de desplazamiento. La lucha de clases, como síntoma de la propia edad moderna, cambia de coordenadas y se manifiesta en la particular lucha entre la postmoderna derecha e izquierda. Unos representan los valores tradicionales, el respeto a la ley, honestos trabajadores con una moralidad intachable, y otros, más liberales, representan los nuevos valores, como la defensa del aborto y el matrimonio homosexual, la actitud crítica hacia las leyes, un poco holgazanes en el trabajo, ya que están más pendientes de sus derechos que de sus deberes, en definitiva, con una moralidad un tanto dudosa. En definitiva, la izquierda y la derecha, eso sí, siempre jodidos los dos como podemos comprobar en estos tiempos.
Y es que poco le interesa al Capital, al poder, al patriarca, la agenda moral tanto de unos como de otros. Tanto del conservadurismo más recalcitrante como del modernismo más fashion el Capital sabe sacar tajada, vamos, rendimiento económico. No más que ver, desde un punto de vista conservador, como se exhiben a ojos de todos los públicos las tradiciones más variopintas y ancestrales de nuestro pasado, bienes culturales se les llama ahora, o desde un punto de vista más innovador, como se venden aparatos de lo más actual, un ejemplo son las vaginas con tres agujeros, o trivaginas, cada una con una textura. Al Capital le gusta todo lo que puede ser vendido, es por eso que poco le importan las batallitas de la plebe. Más bien se sienten a gusto con ellas ya que permiten que la clase baja, los más, podamos articular nuestra furia sin que por ello el interés económico dominante sufra ningún contratiempo.
Quizás debamos hablar de desplazamiento. La lucha de clases, como síntoma de la propia edad moderna, cambia de coordenadas y se manifiesta en la particular lucha entre la postmoderna derecha e izquierda. Unos representan los valores tradicionales, el respeto a la ley, honestos trabajadores con una moralidad intachable, y otros, más liberales, representan los nuevos valores, como la defensa del aborto y el matrimonio homosexual, la actitud crítica hacia las leyes, un poco holgazanes en el trabajo, ya que están más pendientes de sus derechos que de sus deberes, en definitiva, con una moralidad un tanto dudosa. En definitiva, la izquierda y la derecha, eso sí, siempre jodidos los dos como podemos comprobar en estos tiempos.
Y es que poco le interesa al Capital, al poder, al patriarca, la agenda moral tanto de unos como de otros. Tanto del conservadurismo más recalcitrante como del modernismo más fashion el Capital sabe sacar tajada, vamos, rendimiento económico. No más que ver, desde un punto de vista conservador, como se exhiben a ojos de todos los públicos las tradiciones más variopintas y ancestrales de nuestro pasado, bienes culturales se les llama ahora, o desde un punto de vista más innovador, como se venden aparatos de lo más actual, un ejemplo son las vaginas con tres agujeros, o trivaginas, cada una con una textura. Al Capital le gusta todo lo que puede ser vendido, es por eso que poco le importan las batallitas de la plebe. Más bien se sienten a gusto con ellas ya que permiten que la clase baja, los más, podamos articular nuestra furia sin que por ello el interés económico dominante sufra ningún contratiempo.
Comentarios