Una de las estrategia del poder, del Capital me
refiero, es el mantenernos entretenidos con discusiones supuestamente
importantes, decisivas. La elección entre lo público y lo privado
reviste este tipo de solemnidad. Para eso están los partidos, sus
banderas y su aparato propagandístico. Pero hoy quizás sea difícil
obviar que cada uno va a lo suyo, vamos que es lo mismo que servir a
los poderosos. ¿Cuántos se han enriquecido con lo público? ¿No se
van a enriquecer ahora con lo privado? Pero pensemos en esos términos
en cuestión, ¿qué esconden en la actualidad?
Como no es de extrañar, el Capital ha conseguido
cambiar las coordenadas de estos dos términos que en los orígenes
del pensamiento filosófico remitían a lugares concretos de la vida
política del ciudadano, lo público en la plaza y lo privado en la
casa. Lugares, que no estrategias de economía aplicada. Hoy en
día, aunque se mantiene ese sentido, lo encontramos en expresiones
como “necesito hacer públicas mi investigaciones” o “hablemos
esto en privado”, suele quedar eclipsado por otro que se mueve en
un ámbito más concreto, específico. Hablamos de gestión pública
o privada, de inversión pública o privada. Y este es el sentido que
impera en las tertulias de los medios de comunicación de masas, los
principales adoctrinadores del presente, tergiversadores del pasado y
hipotecadores del futuro y que, como debe ser, están al servicio del
poder. Ni que decir tiene que esta reducción a lo económico, al
Capital, muestra bien a las claras la ideología imperante hoy en
día, esa que tiende a llamar a nuestros tiempos como no ideológicos
-y es que ya hace algunos años que cayó el muro de Berlín. En
realidad, si esas tertulias desean ser honestas deberían plantearse
la disyuntiva entre lo publico y lo privado de la siguiente manera:
¿Quién quieres que se enriquezca a tu costa? Pronto se descubrirá
que esa pregunta no tiene sentido, porque el poder siempre es el
mismo, sí, el mismo perro pero con distinto collar.
Mientras, lo verdadero público, lo verdadero
privado, no se sabe lo que es, si privado lo público, si público lo
privado... y a la hora de la verdad terminamos cagando fuera del
tiesto.
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