Esto del mundo la marcha, y a riesgo de que se me tache de reduccionista, es como el agua y el aceite. Por un lado, los atletas de élites y sus Copas y "cupones", y por otro, los veteranos y su "maravilloso mundo" de competiciones. Los que no somos ni lo uno ni lo otro, gozamos del mismo estatus que la antimateria, vamos, que ni estamos ni se nos espera.
Y mi amor fue tomando forma, igual que una sonrisa tímida.