3. La encarnación Sin duda uno de los pasajes más bellos de La Agonía del Cristianismo se encuentra en el cuarto capítulo, “ Abisag, la sunamita” . En él se muestra el carácter de los polos en contradicción y a la vez su encarnación en un sólo hombre, en el sujeto decimos nosotros, el rey David. Si bien Abisag representa la comunidad, Salomón, el hijo de David, representa la ley objetivada. Estas dos dimensiones están mediadas por la figura de David, la ley viva. No es de extrañar que para Unamuno, “David ha sido para los cristianos uno de los símbolos, una de las prefiguraciones del Dios-Hombre, del Cristo” 1 . Si David ama a su pueblo y no puede conocerlo, Abisag ama a su Dios pero no puede mantenerlo con vida. Fruto del pecado de David nace Salomón, la ley objetivada, el hijo del pecado, hijo de la carne, el que nace fuera de la ley. Sólo fuera de la ley se consigue mediar entre las dos dimensiones (la ley y la comunidad). En el momento en el que se introdu...
Y mi amor fue tomando forma, igual que una sonrisa tímida.