Lo que demuestran estas imágenes es lo mucho que ha cambiado la marcha desde los años 60 hasta la actualidad. Creo, y hablo de oidas, que pocas diciplinas del programa atlético han cambiado tanto. Bueno, si las hay. Pensemos en el salto de altura. Pero lo que nos incumbe a los marchadores es que esos cambios, en la marcha, no están exentos de polémica. En nuestra disciplina reina el descrédito. Se habla de que es una prueba subjetiva, que depende del juicio de una persona, esa que determina el marchar correcto del atleta. Ah, el problema de la subjetividad. Pero en realidad, ¿todo es tan subjetivo como creemos? o ¿es posible la marcha desde un punto de vista objetivo?
Recuerdo una reciente lectura, la Crítica a la Razón instrumental de Hokheimer. Éste distingue 2 tipos de razón: la razón objetiva, entiéndase aquella referida a fines razonables en sí mismos referidos a una comunidad en su conjunto y no a intereses parciales o particulares; y la razón subjetiva es esa capacidad de clasificación y deducción que no repara, no piensa, en qué consiste en cada caso el contenido objetivo sobre los que descansan esas reglas o medios para conseguir los fines propuestos. Para Hokheimer, la sociedad moderna se caracteriza por una sobrevaloración de la razón subjetiva, o sea, se presta mucha más atención a la correcta adecuación a las reglas, a las normas. Es así que un correcto uso de las reglas determina la verdad del hecho. Si bien es cierto que este tipo de razón en un primer momento sirvió como un agente crítico perfecto que disolvía la superstición, que liberaba al hombre de la autoridad dogmática, pronto se descubrió sus propias contradicciones:
Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con la marcha? De acuerdo con la razón objetiva, la marcha es la marcha, o sea, no correr. Desde este punto de vista, vale la definición clásica que se oye por ahí de que la marcha comienza cuando acaba la carrera. Ciertamente, la cosa está muy clara para todos. Pregúntenle a cualquier persona que no sea marchador/a. Esta definición, no escrita y, no por ello incomprensible, hoy en día puede resultarnos insuficiente. Y es cierto, ¿con qué base legal un juez puede advertir a un marchador de que su marchar no es correcto? Siempre queda el "vas corriendo", a lo que la respuesta del marchador puede ser: Pero, ¿por qué voy corriendo, qué te hace pensar que voy corriendo?. El atleta exige elementos concretos que determinan su mal proceder. Este tipo de situaciones son muy corrientes en los diferentes ámbitos de la vida. En el familiar, por ejemplo, cuando los hijos te exigen explicaciones cuando tu les dices como tienen que hacer las cosas. Esa respuesta típica ¡¡¡como Dios manda!!! no es más que ese proceder objetivo que viene determinado por la tradición, por el conjunto de la comunidad y que no sabemos muy bien por qué es así. Hoy en día, ese como Dios manda ya no es suficiente, hay que dar explicaciones de el porqué. Es donde comienza la razón subjetiva.
Por lo tanto, la marcha, entendida como razón objetiva, como verdad inmutable, no es más que caminar, una manera de avanzar que no es correr, que no es arrastrarse. Todo el mundo sabe eso. Pertenece a toda nuestra comunidad el saber este hecho. El salto de la marcha entendida como razón subjetiva comienza, en términos históricos, en el siglo XIX con el desarrollo de los deportes de competición. La competición, en su propia esencia, exige normas y leyes concretas que deben ser cumplidas por todos. Es en este sentido donde se va concretando, se va definindo, el término marcha de acuerdo con unas determinaciones de carácter empírico como, por ejemplo, el tener siempre un pie en el suelo. Poco a poco, la propia competición va generando más y más dependencia a esas reglas subjetivas, hay que dar más explicaciones, y con ello la marcha va perdiendo su esencia, esa que sigue siendo evidente para el común de los mortales.
Es así que la marcha, para muchos, hoy en dia ha perdido por completo de vista su propia razón de ser. Podríamos alegar que el conjunto de reglas mediante las cuales se determina la corrección o no corrección de la progresión del marchador obvia la esencia misma de la marcha. Para ello no hay más que atender a las explicaciones que aportan los defensares de la marcha actual que se centran únicamente en la aplicación de unas normas consensuadas por el órgano competente (IAAF) y en las que no encontramos rastro alguno de la marcha entendida desde el punto de vista objetivo.
¿Es posible, por tanto, una marcha que no pierda su esencia y que a la vez se adapte a los requerimientos de la competición?
Recuerdo una reciente lectura, la Crítica a la Razón instrumental de Hokheimer. Éste distingue 2 tipos de razón: la razón objetiva, entiéndase aquella referida a fines razonables en sí mismos referidos a una comunidad en su conjunto y no a intereses parciales o particulares; y la razón subjetiva es esa capacidad de clasificación y deducción que no repara, no piensa, en qué consiste en cada caso el contenido objetivo sobre los que descansan esas reglas o medios para conseguir los fines propuestos. Para Hokheimer, la sociedad moderna se caracteriza por una sobrevaloración de la razón subjetiva, o sea, se presta mucha más atención a la correcta adecuación a las reglas, a las normas. Es así que un correcto uso de las reglas determina la verdad del hecho. Si bien es cierto que este tipo de razón en un primer momento sirvió como un agente crítico perfecto que disolvía la superstición, que liberaba al hombre de la autoridad dogmática, pronto se descubrió sus propias contradicciones:
- Un posicionamiento neutral ante cualquier contenido espiritual, objetivo, fomenta el relativismo, el todo vale.
- La razón, para salir del escollo del relativismo, tuvo que utilizar conceptos que reconocía como adecuados, y para ello tuvo que desarrollar su propia objetividad, pero esta vez vaciada de todo contenido espiritual.
Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con la marcha? De acuerdo con la razón objetiva, la marcha es la marcha, o sea, no correr. Desde este punto de vista, vale la definición clásica que se oye por ahí de que la marcha comienza cuando acaba la carrera. Ciertamente, la cosa está muy clara para todos. Pregúntenle a cualquier persona que no sea marchador/a. Esta definición, no escrita y, no por ello incomprensible, hoy en día puede resultarnos insuficiente. Y es cierto, ¿con qué base legal un juez puede advertir a un marchador de que su marchar no es correcto? Siempre queda el "vas corriendo", a lo que la respuesta del marchador puede ser: Pero, ¿por qué voy corriendo, qué te hace pensar que voy corriendo?. El atleta exige elementos concretos que determinan su mal proceder. Este tipo de situaciones son muy corrientes en los diferentes ámbitos de la vida. En el familiar, por ejemplo, cuando los hijos te exigen explicaciones cuando tu les dices como tienen que hacer las cosas. Esa respuesta típica ¡¡¡como Dios manda!!! no es más que ese proceder objetivo que viene determinado por la tradición, por el conjunto de la comunidad y que no sabemos muy bien por qué es así. Hoy en día, ese como Dios manda ya no es suficiente, hay que dar explicaciones de el porqué. Es donde comienza la razón subjetiva.
Por lo tanto, la marcha, entendida como razón objetiva, como verdad inmutable, no es más que caminar, una manera de avanzar que no es correr, que no es arrastrarse. Todo el mundo sabe eso. Pertenece a toda nuestra comunidad el saber este hecho. El salto de la marcha entendida como razón subjetiva comienza, en términos históricos, en el siglo XIX con el desarrollo de los deportes de competición. La competición, en su propia esencia, exige normas y leyes concretas que deben ser cumplidas por todos. Es en este sentido donde se va concretando, se va definindo, el término marcha de acuerdo con unas determinaciones de carácter empírico como, por ejemplo, el tener siempre un pie en el suelo. Poco a poco, la propia competición va generando más y más dependencia a esas reglas subjetivas, hay que dar más explicaciones, y con ello la marcha va perdiendo su esencia, esa que sigue siendo evidente para el común de los mortales.
Es así que la marcha, para muchos, hoy en dia ha perdido por completo de vista su propia razón de ser. Podríamos alegar que el conjunto de reglas mediante las cuales se determina la corrección o no corrección de la progresión del marchador obvia la esencia misma de la marcha. Para ello no hay más que atender a las explicaciones que aportan los defensares de la marcha actual que se centran únicamente en la aplicación de unas normas consensuadas por el órgano competente (IAAF) y en las que no encontramos rastro alguno de la marcha entendida desde el punto de vista objetivo.
¿Es posible, por tanto, una marcha que no pierda su esencia y que a la vez se adapte a los requerimientos de la competición?
Comentarios
Pérdida de contacto. Hasta la última modificación del reglamento había una forma objetiva de marchar bien. El juicio era y ha sido siepre subjetivo, pero un marchador marchaba correctamente si -entre otas cosas- mantenía siempre un pie en contacto con el suelo. Las fotos del ganador de una prueba marchando en suspensión, aunque no servian tampoco entonces para descalificarlo, demostraban que había marchado mal y que debió haber sido descalificado en su momento. Tras la modificación de la regla, un marchador marcha objetivamente bien si al juez se lo parece. Las fotos del atleta en suspensión no solo no sirven para juzgar a posteriori sino que no demuestran realmente que el marchador marchara mal, porque no pueden demostrar que el juez no lo viera perder contacto. En la práctica es lo mismo, pero el punto de partida es diferente.
La flexión. Después de haberle dado vueltas y más vueltas, yo mismo soy incapaz de formular una regla general. La actual solo pretende simplificar el juicio, declrando ilegal un tipo de marcha con el que hace medio siglo se ganaban las medallas de oro olimpicas. ¿Cuál sería la alternativa? La anterior regla me parece más adecuada, pero tampoco me parece la regla perfecta, porque su aplicación conlleva la descalificación de cualquier que simplemente camine. ¿Y qué es la marcha sino una caminata? Lo cieto es que el mismo grado de flexión que me parece tolerable a 8 minutos el km resulta escandaloso a 5 minutos.
Saludos.
Un saludo.