En líneas generales, el concepto de medio homogéneo lukcasiano trata de responder a la pregunta del porqué los diferentes géneros artísticos. Según Lukács, el medio homogeneo es el fundamento de la práctica en la creación artística (Estética I, volumen 2, pg. 320). Este fundamento no podemos entenderlo como una realidad objetiva que se halla presente independientemente de la actividad de los hombres. Sin duda, un gato no puede hacer música por mucho que sus maullidos le suenen a gloria a la dueña. El medio homogeneo es un particular principio formativo de las objetivaciones, o sea, una forma de hacer las cosas, las obras de arte en nuestro caso, producidas por la práctica humana, por el trabajo del hombre en su relación con el medio que le rodea. (ver reflejo artístico)
El medio homogéneo se caracteriza por un movimiento un doble movimiento simultáneo de alejamiento a la vez de repliegue. A pesar de que la obra de arte se manifiesta a través de una naturaleza concreta, los sonidos, los colores, las formas, los gestos, etc. -movimiento de alejamiento-, siempre remite al hombre, es una elemento de la vida humana, de la práctica -movimiento de repliegue. La obra de arte se repliega sobre si misma, vuelve a su origen que es la realidad, pero en esa vuelta hay, a la vez, un retiro de ese flujo continuo de la realidad. Por lo tanto, el medio homogeneo abre la posibilidad, es la válvula de escape, para que el artista pueda crear un mundo propio como reflejo estético de la realidad.
Ese movimiento de alejamiento de la realidad no es más que una especie de estrechamiento de la apercepción del mundo, una reducción de sus elementos, de sus formas, a lo perceptible desde un punto de vista concreto. Digamos, por ejemplo, que en música el mundo se convierte en sonidos. En definitiva, es una acto de concentración, un estado pasajero que viene determinado por una finalidad práctica, por ese ponerse manos a la obra, por ese voy a componer una sinfonía. Digamos que este movimiento está deteminado por una finalidad práctica del artista. Pero esto nos puede llevar al problema de la subjetividad extrema.
Es por ello que no puede constituirse un medio homogéneo si ese estrechamiento inicial, si esa reducción de la totalidad del mundo en pocos elementos, no nos sirve para asir un aspecto específico y total del mundo. Para ello es necesario ese movimiento de repliegue, ese remitir a la realidad de la que surge la obra de arte. Debe producirse, por lo tanto, una suspensión de la finalidad práctica, o sea, el llamado desinterés del comportamiento estético.
El medio homogéneo se caracteriza por un movimiento un doble movimiento simultáneo de alejamiento a la vez de repliegue. A pesar de que la obra de arte se manifiesta a través de una naturaleza concreta, los sonidos, los colores, las formas, los gestos, etc. -movimiento de alejamiento-, siempre remite al hombre, es una elemento de la vida humana, de la práctica -movimiento de repliegue. La obra de arte se repliega sobre si misma, vuelve a su origen que es la realidad, pero en esa vuelta hay, a la vez, un retiro de ese flujo continuo de la realidad. Por lo tanto, el medio homogeneo abre la posibilidad, es la válvula de escape, para que el artista pueda crear un mundo propio como reflejo estético de la realidad.
Ese movimiento de alejamiento de la realidad no es más que una especie de estrechamiento de la apercepción del mundo, una reducción de sus elementos, de sus formas, a lo perceptible desde un punto de vista concreto. Digamos, por ejemplo, que en música el mundo se convierte en sonidos. En definitiva, es una acto de concentración, un estado pasajero que viene determinado por una finalidad práctica, por ese ponerse manos a la obra, por ese voy a componer una sinfonía. Digamos que este movimiento está deteminado por una finalidad práctica del artista. Pero esto nos puede llevar al problema de la subjetividad extrema.
Es por ello que no puede constituirse un medio homogéneo si ese estrechamiento inicial, si esa reducción de la totalidad del mundo en pocos elementos, no nos sirve para asir un aspecto específico y total del mundo. Para ello es necesario ese movimiento de repliegue, ese remitir a la realidad de la que surge la obra de arte. Debe producirse, por lo tanto, una suspensión de la finalidad práctica, o sea, el llamado desinterés del comportamiento estético.
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