La dialéctica entre las nociones hombre entero y hombre enteramente trata de responder a la pregunta por el proceso creativo del arte. Lukács, entendiendo que toda obra nace de las experiencias sociales de los hombres, concibe el arte como el reflejo de la realidad, de modo que el objeto artístico queda vinculado a ésta tanto de manera afirmativa como negativa. Pero, ¿cómo se elaboran esas experiencias de la realidad?
En primer lugar nos encontramos con el hombre entero, que se relaciona con la cotidianeidad. Éste marca o determina la visión total de la sociedad. Su vida, que va unida inseparablemente a las objetividades del mundo se muestran, salen a la luz, en los reflejos de la vida cotidiana, o sea, las normas, los objetos, etc. que nos rodean y nos determinan en nuestro día a día.
El hombre entero se convierte en enteramente en el momento que se produce un estrechamiento y concentración en torno al medio homogéneo del arte, de cualquier arte. El hombre entero pasa a ser enteramente y, en vez de realizarse en la total realidad, se realiza en torno al medio homogéneo del arte elegido.
Este abandono de la realidad no es definitivo. El hombre no puede nunca abandonar la realidad, no puede dejar de ser hombre entero ya que esta faceta es la que lo sostiene en el mundo. El artista, por tanto, actúa como un acróbata. Mediante un salto mortal abandona el suelo del la realiadad cotidiana, pero tarde o temprano caerá en ella. Y es que no hay salto si no hay lugar de donde saltar y a donde caer.
En primer lugar nos encontramos con el hombre entero, que se relaciona con la cotidianeidad. Éste marca o determina la visión total de la sociedad. Su vida, que va unida inseparablemente a las objetividades del mundo se muestran, salen a la luz, en los reflejos de la vida cotidiana, o sea, las normas, los objetos, etc. que nos rodean y nos determinan en nuestro día a día.
El hombre entero se convierte en enteramente en el momento que se produce un estrechamiento y concentración en torno al medio homogéneo del arte, de cualquier arte. El hombre entero pasa a ser enteramente y, en vez de realizarse en la total realidad, se realiza en torno al medio homogéneo del arte elegido.
Este abandono de la realidad no es definitivo. El hombre no puede nunca abandonar la realidad, no puede dejar de ser hombre entero ya que esta faceta es la que lo sostiene en el mundo. El artista, por tanto, actúa como un acróbata. Mediante un salto mortal abandona el suelo del la realiadad cotidiana, pero tarde o temprano caerá en ella. Y es que no hay salto si no hay lugar de donde saltar y a donde caer.
Comentarios
Pienso que el hombre entero, lejos de reflejar la dispersión de la pluralidad dimensional del hombre, refleja al hombre como totalidad simple. El hombre enteramente, a través del medio homogéneo del arte, lo que hace es sacar a la luz esas relaciones que configuran la a realidad del hombre. Por ello creo que no deberíamos hablar de dispersión en el hombre entero, sino de falta de objetivación de esas relaciones. El hombre enteramente, al hacer objetivas las relaciones del hombre con el mundo que le rodea en la propia obra de arte, hace posible una intervención, a la vez objetiva, sobre esa realidad... esa sería, por tanto, su potencia.
Yo creo que no, los dos hombres son a la vez alienados y conscientes. Mi consciencia sobre el mundo en el que me muevo es la misma que cuando compongo una pieza musical y me sumerjo en el mundo de los sonidos. Y lo mismo podría hablar de la alienación...