Se suele utilizar el concepto de arte popular en contraposición al arte serio o culto, ese que hoy en día ocupa las galerias de arte, museos, salas de concierto, etc. Roger Scruton en su artículo El valor del arte (en "LO QUE PIENSAN LOS FILÓSOFOS". Julian Baggini/Jeremy Stangroom. Paidós Contextos. 2011), no duda en otorgar un valor superior al arte culto frente al popular ya que para él es un medio para la mejora del hombre. Hablamos pues de un componente ético y moral en toda creación artística culta. Pero, ¿dónde radica ese valor superior del arte elevado?
Para Scruton este valor está basado en la distinción entre imaginación/fantasía y emociones reales/emociones sentimentales. Estos caracteres remiten, como él mismo dice, a cuestiones filosóficas muy complejas. Pero en cualquier caso, la fantasía y las emociones sentimentales adquieren en él un tono peyorativo, desfavorable frente a la imaginación y la emoción real.
Conviene aclarar el sentido de estos términos. Para ello inicio un acercamiento al Breve tratado de la ilusión de Julián Marías, donde nos habla de los dos sentidos que pueden adquirir el término ilusión en nuestra lengua castellana, un original peyorativo, como engaño de los sentidos, y uno positivo, que poco a poco se fue conformando a lo largo del tiempo hasta asegurarse su propio lugar en el universo de las significaciones, hablamos de la ilusión por los hijos, por el trabajo, por los amigos, por la vida. Supongo que Scruton trata de incidir en esa diferencia.
¿Es pertinente esta diferenciación entre fantasía e ilusión? Sí, es necesaria, pero deja sin resolver el gran asunto por el que la saca a relucir, ¿dónde radica ese valor superior del arte elevado? Más aún, ¿todo arte elevado se mueve dentro del ámbito de las emociones reales y de la ilusión en el sentido positivo del término? Por el contrario, ¿todo arte popular es el dominador del reino de la fantasía y de las emociones sentimentales?
Como bien dice, esta división, entre lo culto y lo popular, no debe entenderse de forma rígida y pone un ejemplo:
<<(...)existe una música pop muy sofisticada. Alguien como Eric Clapton es un gran conocedor de la forma melódica y la progresión armónica, y también de cómo conjugar ambas.
»No es mi intención condenar toda la música popular», dice. «Cuanto más avanza en la dirección de la adecuada conducción de las voces y de los conocimientos de la armonía, más claras son las emociones, menos estridente el sonido, y menos iconoclasta y dionisíaco el resultado.>>
Sin duda, Scruton tiende a limitar el campo de acción de conceptos como música culta y música popular. Su insistencia en la importancia de términos como armonía, conducción de voces, sólo remarcan el excesivo ensimismamiento en un entender la música actual desde un punto de vista muy limitado. Hoy en día, la armonía ha dejado de ser el punto de vista único desde el cual dirigirse al variado universo de la música. Aspectos como el timbre, el ritmo, han diluído el excesivo hincapié en el componente armónico que brindaron otras épocas.
Me temo que este interés en la armonía no estriba en una mera falta de oído para las otras objetivaciones insertas en lo musical. Intuyo cierto interés en vanagloriar la cultura occidental en la que él está inserta y que, en lo musical, se distingue de las otras culturas por la armonía. La armonía, en el sentido restringido que utiliza Scruton como la correcta conducción de las voces, es exclusiva de la música occidental, pero no por ello puede ser medida de la música. En mi opinión, queda en el aire la fundamentación racional de ese componente ético y moral de la música, sea culta o popular.
Conviene aclarar el sentido de estos términos. Para ello inicio un acercamiento al Breve tratado de la ilusión de Julián Marías, donde nos habla de los dos sentidos que pueden adquirir el término ilusión en nuestra lengua castellana, un original peyorativo, como engaño de los sentidos, y uno positivo, que poco a poco se fue conformando a lo largo del tiempo hasta asegurarse su propio lugar en el universo de las significaciones, hablamos de la ilusión por los hijos, por el trabajo, por los amigos, por la vida. Supongo que Scruton trata de incidir en esa diferencia.
¿Es pertinente esta diferenciación entre fantasía e ilusión? Sí, es necesaria, pero deja sin resolver el gran asunto por el que la saca a relucir, ¿dónde radica ese valor superior del arte elevado? Más aún, ¿todo arte elevado se mueve dentro del ámbito de las emociones reales y de la ilusión en el sentido positivo del término? Por el contrario, ¿todo arte popular es el dominador del reino de la fantasía y de las emociones sentimentales?
Como bien dice, esta división, entre lo culto y lo popular, no debe entenderse de forma rígida y pone un ejemplo:
<<(...)existe una música pop muy sofisticada. Alguien como Eric Clapton es un gran conocedor de la forma melódica y la progresión armónica, y también de cómo conjugar ambas.
»No es mi intención condenar toda la música popular», dice. «Cuanto más avanza en la dirección de la adecuada conducción de las voces y de los conocimientos de la armonía, más claras son las emociones, menos estridente el sonido, y menos iconoclasta y dionisíaco el resultado.>>
Sin duda, Scruton tiende a limitar el campo de acción de conceptos como música culta y música popular. Su insistencia en la importancia de términos como armonía, conducción de voces, sólo remarcan el excesivo ensimismamiento en un entender la música actual desde un punto de vista muy limitado. Hoy en día, la armonía ha dejado de ser el punto de vista único desde el cual dirigirse al variado universo de la música. Aspectos como el timbre, el ritmo, han diluído el excesivo hincapié en el componente armónico que brindaron otras épocas.
Me temo que este interés en la armonía no estriba en una mera falta de oído para las otras objetivaciones insertas en lo musical. Intuyo cierto interés en vanagloriar la cultura occidental en la que él está inserta y que, en lo musical, se distingue de las otras culturas por la armonía. La armonía, en el sentido restringido que utiliza Scruton como la correcta conducción de las voces, es exclusiva de la música occidental, pero no por ello puede ser medida de la música. En mi opinión, queda en el aire la fundamentación racional de ese componente ético y moral de la música, sea culta o popular.
Comentarios
Vamos a suponer que no hablásemos de música culta y popular, sino que quisiéramos hacer la distinción entre escultura popular y culta... Se obtura la salida de la armonía musical ¿y tendríamos que hablar de la armonía formal, material, de color…?
Había olvidado esta conversación pendiente, pero recuerdo por dónde la dejamos… y que pensaba aducir un texto de Saint-Exupéry… y lo haré e intentaré pensar contigo sobre esto… Seguro que hay bibliografía abundante al respecto… ¿o no?
Muchas gracias por este regalo y un abrazo.