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Viñeta por cortesía de Bernardo José Mora |
Tal como nos dice Lukács en su Estética I, el problema del conocimiento del hombre es una cuestión que surge de manera paralela a la diferenciación de la vida social a consecuencia de la evolución del trabajo. Así, en una sociedad tan compleja como la nuestra donde lo que predomina es la pluralidad y diversidad de tipos, más nos costará conocer al sujeto, más nos costará reaccionar de una manera adecuada ante un individuo particular. Vamos, que cuando más evolucionada es una sociedad tanto más refinada o rebuscada se hace la relación entre lo externo, lo que que realmente vemos en un individuo, y lo interno, lo que de verdad es ese individuo.
Desde el punto de vista psicológico, la categoría de autenticidad se refiere a la capacidad de ver en el otro su carácter auténtico, digamos, lo que objetivamente es en sus múltiples modos de darse a conocer. Para ello, en la mayoría de los casos, hay que saber leer entre líneas. Y eso es lo que se nos insinúa en una regla de la marcha como la de la pérdida de contacto. Desde el punto de vista de la autenticidad, queda claro que el propio lenguaje se muestra incapaz de elaborar una norma que satisfaga los criterios de objetividad que se le exigen a cualquier normatividad. Lo del "ojo humano" abre la puerta al leer entre líneas, al "tu ya me entiendes lo que quiero decir". Lo más curioso, y esto no hay que achacárselo a los concienzudos redactores de normas, es descubrir cómo cierto tipo de evolución social termina complicando tanto el sistema que éste se muestra incapaz de dar cuenta de algunos fenómenos, a menos de utilizar un sistema alternativo, en este caso, no tan racional y objetivo.
En la entrada antes enlazada doy cumplida cuenta del papel del establishment en la elaboración de las normas. En esta entrada, a sugerencia de Bernardo, me centro en todos aquellos bienintencionados defensores de la marcha que salen en defensa de ella con la muletilla de lo de "a simple vista". Sí, me refiero a todos aquellos que no saben leer entre líneas. Menos mal que tenemos a Batman...
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