Dice
Pérez Reverte que la culpa de que una obra tan importante
se haya ido de las escuelas se debe a «generaciones de ministros analfabetos
que no saben para qué sirve el Quijote». http://www.abc.es/cultura/libros/20141210/abci-quijote-wert-reverte.
Sin
duda, puede estar en la razón nuestro ilustre académico, pero lo que no cabe
duda es que el tema del Quijote, vamos, el de que entre en los programas educativos
de nuestros escolapios, ya resonaba hace casi un siglo en los oídos de la
intelectualidad de la época. Allá por el año 1920, sería nuestro Ortega, en un
artículo de "El Espectador" titulado Biología y Pedagogía, el que
tratará de poner negro sobre blanco, más allá de si el Quijote sí o el Quijote
no, con respecto al problema básico de la educación, que es, fundamentalmente,
un problema pedagógico. Así se introducía Ortega en el tema:
A
propósito de la Real orden que impone la lectura del Quijote en todas las escuelas
primas, escribe en La Libertad Antonio Zozaya:
“El quijote no es lectura para párvulos ni para adolescentes… En la escuela no
hacen falta Don Quijote ni Hamlet.” Desde que apareció la Real orden
mencionada, esperaba que alguien se resolviese a decir esto el primero, con el
fin de apresurarme a repetirlo yo el segundo. […] Es seguro que la real orden
quijotesca parecerá excelente a casi todo el mundo. Como a mí me parece en
muchos sentidos un desatino, me complace cargar la responsabilidad de esta
opinión sobre los hombros respetables de Antonio Zozaya, escritor tan mesurado
y reflexivo, de quien las ideas suelen presentarse avanzando noblemente sobre
un fondo de elevaba filosofía.
No
es mi interés meterme de lleno en el tema, sirvan estos apuntes a modo de
sugerencia para el estudio.
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