Ir al contenido principal

En torno a... "Filosofía de la nueva música" de T. W. Adorno... 7

7. Stravinsky y la restauración

De la mano de Lupasco iniciábamos esta serie de entradas dedicada a la Filosofía de la nueva música de T. W. Adorno. Recordamos que los dos compositores tratados en este libro, Schönberg y Stravinsky, representaban los dos polos entre los cuales la música del siglo XX va a progresar, el polo disposicional, que tiende a la heterogeneidad, y que ya hemos estudiado en torno a la figura de Schönberg, y el polo repertorial, que tiende a la homogeneidad, y que es el que vamos a exponer a partir de ahora en torno a la figura de Stravinsky.

Si el problema de Schönberg, por su excesivo énfasis en lo subjetivo (disposicional) se convierte en un problema de tipos, de formas o modelos de comportamiento de un sujeto concreto, en nuestro caso un compositor, situado en una contexto concreto -el del capitalismo actual-, en Stravinsky el problema es de estilo: “la inervación histórica de Stravinsky y su séquito ha cedido a la tentación de, mediante procedimientos estilísticos, restituir a la música su esencia obligatoria”1. Es evidente que los dos problemas, el de los tipos y el del estilo, se implican, se co-determinan, pero lo que nos interesa es ver, en cada uno de los casos, en el de Schönberg y en el de Stravinsky, qué polo se actualiza, actualización que se lleva a cabo, como ya hemos dicho, a través de la potenciación del otro, de su contrario. Si en Schönberg se actualizaba la subjetividad, no es de extrañar que el compositor asumiera el rol de genio creador. Las consecuencias a nivel estilístico de la radicalización de ese polo ya las hemos descrito antes. Stravinsky, en cierto modo, radicaliza el polo objetivo, el que relacionamos con el estilo, y eso tendrá consecuencias importantes también a nivel subjetivo: para Stravinsky el compositor no es más que un artesano que trabaja con sonidos, ni más ni menos, y en este sentido, “la aparición de la música no puede tolerar ninguna contradicción”2, todo tiene que estar controlado, nada dejado en manos de la subjetividad, y sólo esta renuncia, “la renuncia a todo psicologismo, la reducción al puro fenómeno tal como éste se da en cuanto tal, debe abrir la región de un ser indubitable, auténtico”3.

En este momento, tal como sugiere Adorno, es el propio espíritu el que cae prisionero de sí mismo, de su propia reflexión, o sea, de la necesidad de escapar de esa contradicción que le es inherente, mediante la cual él “es”, y el camino que coge es el de la “mentalidad contemporánea del especialista”: “realizar su tarea precisa; no, como decía Mahler, construir un mundo con todos los medios de la técnica”4. En este sentido, el compositor conquista su autenticidad en la propia tarea, en el propio entrenamiento, pasa a formar parte de esa mega-estructura del mundo del arte sometida a los dictados de la división del trabajo -cada uno en su casa y Dios en la de todos, que se dice. Sin duda, hablamos de un proceso de conquista de la autenticidad basado en la mejora personal, pero entendida esta sólo desde el punto de vista objetivo, el punto de vista del que produce mercancías, listas para el consumo en los circuitos de alta cultura, por un sueldo.

Sin duda, este camino no obvia el componente crítico. Para Adorno, “como cura contra la división del trabajo, él [Stravinsky] propone llevarla al extremo y así gastarle una broma a la cultura basada en ella”5, pero toda esa crítica es ineficaz en la medida de que se inscribe en el paradigma del mismo poder, es decir, que poco importa la escenificación de la muerte del sujeto, de la subjetividad, ya que es precisamente esa muerte -la apropiación del trabajo vivo del obrero por parte del capitalista- la que está debajo del mismo sistema económico social burgués. De nada sirve, por tanto, autoinmolarse, y más aún llevarse por delante a todo el que se pueda, el sistema ya cuenta con esas muertes. La consagración de la primavera, como”sacrificio sin tragedia, ofrecido no a la imagen naciente del hombre, sino a la ciega confirmación de un estado que la víctima misma reconoce, sea mediante la autoburla, sea mediante la autoextinción”6
 
1Ibíd. Pág. 121.
2Ibíd. Pág. 122.
3Ibíd. Pág. 124.
4Ibíd. Pág. 125.
5Ibíd. Pág. 125.
6Ibíd. Pág. 129.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Teoría Estética de Adorno

En las reflexiones sobre estética de Theodor Wiesengrund Adorno la música ocupa un lugar fundamental. En cierto modo, y utilizando terminología hegeliana, su vida fue una continua disputa dialéctica entre las dos disciplinas que trabajó y dominó, la filosofía y la música, y a las que en ningún momento renunció a lo largo de toda su vida. Es así como en su pensamiento encontramos numerosas y valiosas reflexiones sobre la música que nos hacen suponer que ésta se halla en el centro de sus pensamientos y sobre cuya estructura parece haber elaborado su teoría estética general. En concreto, en atención a la música, escribió numerosos ensayos que culminaron en su síntesis teórica: Teoría Estética 1 , publicada incompleta y póstumamente en 1970. La Teoría Estética es una reflexión sobre la propia estética como disciplina y en la que Adorno se plantea la posibilidad de salvarla de la precaria situación en la que se encuentra en una época concreta, la de las vanguardias históricas, los mass-medi

La idea de la cultura de Terry Eagleton

En la actualidad, el sentido de cultura post-moderna está muy unido a las políticas de identidad que se están desarrollando en los últimos tiempos, sobre todo por parte de la izquierda. Así, cuando hablamos de las diferentes culturas lo primero que nos asalta son los diferentes movimientos étnicos, sexuales, en definitiva, los movimientos que concuerdan con las minorías sociales de nuestra sociedad avanzada occidental. Eagleton, en su La Idea de la Cultura, trata de sacar a la luz las numerosas aporías y contradicciones que nos asaltan en la vida real en relación a esta política de identidad tan de moda. El eje central de la obra es el de elaborar un concepto de Cultura lo suficientemente universal sin que por ello disipe o anule las diferentes particularidades de cada individuo, o sea, sus identidades. Pero, ¿cómo entiende la cultura la post-modernidad? Según Eagleton el concepto que maneja el pensamiento post-moderno es un concepto local y bastante limitado. No habla de una cultura

Apuntes sobre Bruno y el universo infinito... 0

PRELUDIO El universo de Copérnico era esférico y no menos finito que el de Ptolomeo y el de Tycho. Pero era inmensamente más grande, y sólo por esta razón invitaba a una renovación de las especulaciones sobre la infinitud cósmica. [1] Modelo del universo copernicano Sin duda, las innovaciones de Copérnico (1473-1543) trajeron una serie de consecuencias que ni él mismo pudo predecir.   Una de ellas, que venía de la mano de no considerar a la tierra como centro del universo, fue la de tener que alejar considerablemente la esfera de las estrellas fijas. Aunque el universo de Copérnico seguía siendo finito, no había duda que había sufrido una considerable expansión: el universo de Copérnico era por lo menos 2000 veces mayor que el medieval. Pero, si bien es importante este crecimiento de universo, más aún es que, como dice Koyré, Copérnico eliminó una de las objeciones científicas más valiosas en contra de la infinitud del Universo, como es la que se basa en el hecho empírico y