Si observamos las
prácticas artísticas contemporáneas, más que las "formas",
deberíamos hablar de "formaciones", lo opuesto a un objeto
cerrado sobre sí mismo por un estilo o una firma. El arte actual
muestra que sólo hay forma en el encuentro, en la relación dinámica
que mantiene una propuesta artística con otras formaciones,
artísticas o no.
Nicolás Bourriaud, Estética relacional, Adriana Hidalgo Editora, Argentina, pg. 22
 |
Malevich |
Quizás la forma, desde el punto de vista de la estética relacional, mantiene cierta analogía con el mundo biológico y la idea de mímesis no entendida como una vulgar copia. Lo mismo que la semilla solo puede dar sus frutos en un determinado contexto, es decir, puede llegar a ser lo que debe ser siempre y cuando puedan darse una serie de circunstancias que puedan generar una serie de redes que articulen un conjunto de relaciones entre la propia semilla y el mundo que le rodea, a la obra de arte le sucede lo mismo. La forma no es algo más allá de la propia apertura de la obra de arte, más allá de ese salir a la luz, sino que mantiene un conjunto de relaciones nutricionales con otros modos, ya sean artísticos o no, que determinan su, utilizando terminología heideggeriana, contenido de verdad.
A partir de ahí, que una obra de arte sea bella viene dada, como nos dice Diderot, por la indeterminación de esas relaciones, la facilidad de captarlas y el placer que acompaña a su percepción, se supone, de esas relaciones, y además, que lo bello sea más un asunto sentimental que racional.
Comentarios