No hace mucho tiempo, en las labores de mi trabajo, reflexionaba sobre el feminismo y la dirección de orquesta. Lejos de afirmar, o insinuar, las muchas o escasas capacidades de la mujer en el campo de la dirección, mi tarea se centraba en dos puntos:
- ¿Qué función tiene en el actual siglo XXI la figura del director de orquesta?
- ¿Cómo se debe sentir una mujer en un rol, el de director de orquesta, que ha sido creado con reglas impuestas por los varones y, por lo tanto, si quiere participar, deberá asumirlas?
Y es que una cosa es que una mujer dirija una orquesta, cuestión que sólo un necio puede negar, y otra muy distinta es que las mujeres participen en la co-producción de ese rol, o sea, que la mujer sea, en definitiva, un ser políticamente activo y que asuma su papel en los procesos instituyentes de sentido. Aquí, pienso, radica el punto débil de toda anuncio o propaganda políticamente correcta. Hay una especie de ocultamiento de uno de esos momentos que vengo hablando en las últimas entradas: el ocultamiento de lo intituyente frente a la glorificación de lo instituido. En este sentido, me viene un especial escalofrío cuando escucho ese soniquete del "tú puedes" llegar a ser... porque me temo que debajo se encuentra la estrategia de los poderosos para mantenerse en el poder, eso sí, adaptándose, con sutiles matices, a las circunstancias de los nuevos tiempos. Entonces, se dicen, si tiene que dirigir una mujer una orquesta, que la dirija, ya nosotros nos encargamos de lo otro, de lo importante.
Pero, ¿por qué me viene esto a la cabeza? Los diarios te dan noticias insustanciales que te recuerdan que los tiempos corren, quizás más que la ciencia. Y no es cuestión de hablar con unos y otros, me refiero con músicos de atril y directores de orquesta, que son los involucrados en estos asuntos. Cada uno te contará, ciertamente, su película. Pienso que Federico Fellini es uno de los que han sabido enfocar con especial maestría la situación de la dirección orquestal en nuestro tiempo, por esto merece ser visto su delicioso "Ensayo de Orquesta":
Y ahora enlazo los dos puntos antes señalados. La mujer se encuentra, en pleno siglo XXI, con un rol ya manido, agotado, del que el hombre ya ha sacado toda sabia. No hay directores con carisma porque ya no hay nada que sacar de una música, clásica, romántica, del siglo XX, que sigue sonando una y otra vez, una música que tuvo su efecto pero que hoy en día, por la anulación-negación de todo proceso instituyente se ha convertido en un coto privado, ese circuito de alta cultura al que todos, y no solo la mayoría de las mujeres, parecemos ajenos. Por eso, que la mujer pueda ser directora me parece genial, pero el toro se nos viene por el otro costado.
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