¿Qué tienen en común las declaraciones del ministro Wert, las del juez Pedraz y las pintadas de Umamets en el cuadro de Rothko expuesto en la Tate? Pues que son atentados contra lo políticamente correcto. Pero, ¿qué es la corrección política? Si seguimos la definición de Anthony Browne aportada por Luis M. Linde en Revista de libros, nº 179 - noviembre
2011, es una ideología que clasifica a ciertos grupos de personas como víctimas que necesitan protección. Esta ideología, como dice Lapied en La ley del
más débil, exige hallarse siempre al lado del más débil, ya sea el depauperado estado español, la sometida nación catalana o el indescifrable cuadro de Rothko. Evidéntemente, desde estas premisas, la corrección política no puede ser considerada un invento exclusivo de la izquierda progresista tal como apunta el profesor Linde en el citado artículo, y menos aún de los filósofos de la escuela de Frackfurt. Tanto la izquierda como la derecha hacen uso de semejante estrategia con vistas a llevar a cabo sus fines políticos más inmediatos; los débiles de la izquierda, defiendiéndose contra el capitalismo, y los débiles de la derecha, defiendo al propio capitalismo contra el poder absoluto de los estados y sus instituciones públicas. Por lo tanto, ¿quien es el padre de semejante criatura? El propio capitalismo.
Pero nuestra tarea no consiste en hacer ver que el capitalismo es algo malo o bueno en sí mismo. Como diría Ortega, no podemos obviar nuestra circunstancia (de esto ya hablé aquí). Hoy vivimos en un mundo global dominado por la relaciones capitalistas. Lo que nos interesa resaltar es que sólo asumiendo esa realidad, junto a los problemas que acarrea, podremos enfrentarnos de cara a ella y no buscar soluciones de compromiso que lo único que consiguen es trasladar el problema para más tarde, además de perpetuar a los mismos en el poder. Es por ello qu pienso que lo políticamnte correcto la cara amable, democrática, de este sistema, y no la invención de alguna mente iluminada. Así que me resulta excesivo que se trate de implicar a los pensadores de la escuela de Francfort en la genealogía de lo políticamente correcto. Su único pecado fue el de poner encima de la mesa las aporías del sistema capitalista. Si los pobres no aportaron ninguna solución (ahí, tanto marxistas, no marxistas y antimarxistas parecen estan de acuerdo en la actualidad), eso es otra historia.
Pero nuestra tarea no consiste en hacer ver que el capitalismo es algo malo o bueno en sí mismo. Como diría Ortega, no podemos obviar nuestra circunstancia (de esto ya hablé aquí). Hoy vivimos en un mundo global dominado por la relaciones capitalistas. Lo que nos interesa resaltar es que sólo asumiendo esa realidad, junto a los problemas que acarrea, podremos enfrentarnos de cara a ella y no buscar soluciones de compromiso que lo único que consiguen es trasladar el problema para más tarde, además de perpetuar a los mismos en el poder. Es por ello qu pienso que lo políticamnte correcto la cara amable, democrática, de este sistema, y no la invención de alguna mente iluminada. Así que me resulta excesivo que se trate de implicar a los pensadores de la escuela de Francfort en la genealogía de lo políticamente correcto. Su único pecado fue el de poner encima de la mesa las aporías del sistema capitalista. Si los pobres no aportaron ninguna solución (ahí, tanto marxistas, no marxistas y antimarxistas parecen estan de acuerdo en la actualidad), eso es otra historia.
Pero sigamos. Un ejemplo claro de como actúa la corrección política puede verse en nuestra vitoreada transición democrática. Tal como pone de manifiesto J.M. Naredo en su libro Por una oposición que se oponga, la oligarquía capitalista nacional, que tal bien le fue con el franquismo, tuvo que plegarse ante las nuevas circunstancias de su tiempo: el régimen pasaba de moda. Y su dilema, renovarse o morir. La corrección política se convirtió en la estrategia para llevar a cabo semejante lavado de cara:
- Cariño, cambiemos los muebles. Pongamos unos más modernos (es donde entran a escena los comunistas, los socialistas y los nacionalistas) pero dejemos intacta la casa, que sino las reformas nos salen muy caras. Salvemos la estructura, es lo que nos interesa, para que todo sea diferente e igual al mismo tiempo. Los muebles, una vez dentro, podremos cambiarlos de sitio, a nuestro antojo. Ya verás como queda la casa.
Y los muebles entraron. Y vaya que entraron. Lo que era OTAN NO, ahora SI, lo que era república, ahora resposabilidad política, ...:
-¡Qué me dices!- Cariño, cambiemos los muebles. Pongamos unos más modernos (es donde entran a escena los comunistas, los socialistas y los nacionalistas) pero dejemos intacta la casa, que sino las reformas nos salen muy caras. Salvemos la estructura, es lo que nos interesa, para que todo sea diferente e igual al mismo tiempo. Los muebles, una vez dentro, podremos cambiarlos de sitio, a nuestro antojo. Ya verás como queda la casa.
Y los muebles entraron. Y vaya que entraron. Lo que era OTAN NO, ahora SI, lo que era república, ahora resposabilidad política, ...:
-Lo que oyes, lo políticamente correcto.
Lo de la "responsabilidad política" es un concepto que parece no perder vigencia. En la última reunión de jefazos de comunidades autonómicas con el presidente de la nación sonaba el siguiente estribillo: ¡por responsabilidad política! Lástima que ya no se compongan coplas como las de antes.
Bromas a parte, la corrección política, por tanto, esconde bajo sus ropajes las soluciones de compromiso. Estas soluciones se caracterizan por el miedo al enfrentamiento directo que esconde la negación del Otro. Zizek es muy claro a este respecto: Lo que pasa es que tenemos problemas con la alteridad radical del otro, del prójimo. Y en el discurso políticamente correcto se esconde una extrema violencia... Este hecho se relaciona con la tolerancia, que actualmente significa su contrario. En los países occidentales desarrollados la tolerancia quiere decir no acoso, no agresión. Lo cual significa: “No tolero tu excesiva proximidad, quiero que mantengas la distancia adecuada”. Y de esto bien sabe el capitalismo. Lo que sea para salvar mi negocio, mi propiedad.
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