Resumen de lo tratado:
El Capital estimula en el mundo del arte, y no sólo en el arte, un tipo de autonomía centrada en la cosificación de cualquier cosa que pueda ser vendida y comprada como objeto artístico, y como parece demostrarse con el paso de los años, absolutamente todo parece, en potencia, ser considerado un objeto artístico. Es el mismo Capital, para limitar la siempre inevitable violencia antropológica que subyace en todo acto de cosificación, el que incorpora una especie de corrección, la ética del "tú debes", que actúa a la manera de cualquier seguro de vida que va unido a una hipoteca.
Continuación:
Hoy este tipo de autonomía ha devenido inviable. No hay ética del "tú debes" que logre solucionar la ejemplar desigualdad entre el desorbitado precio de un cuadro de Rothko y la inapetencia cultural de la juventud actual, sobre todo cuando las políticas de culturización a base de talonario han resultado, cuanto menos, inviables, por no decir catastróficas. Un ejemplo: ante el cuadro que tenemos a la izquierda, lo primero que nos podemos plantear es si es arte o no. Si lo es, ¿qué criterios se han tenido en cuenta para que esta obra pueda ser considerada arte? Es aquí donde actúa la ética del tú debes: "tú debes creer que es una obra de arte". Para ello, se movilizan las fuerzas propagandísticas del Capital, que es lo mismo que las del Estado que está a su servicio. Es así que la educación de nuestros jóvenes pasa por hacerles ver, mediante viajes culturales a museos estatales y demás estrategias, que eso es una obra de arte. El resultado de esto, evidentemente, es que los resultados de nuestros jóvenes en las pruebas de diagnóstico -informe PISA por ejemplo- nos dicen que ellos fallan en la comprensión Oral y Lectora de una manera manifiesta. La ética del tú debes muestra su eficacia engendrando consumidores dóciles y entregados a la lógica del mercado cultural: "no hace falta comprender, no hay nada que tú puedas hacer por esta obra de arte, asúmelo". ¿Esta es la autonomía que queremos?
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