Hablábamos
sobre el juego
en el contexto de la obra de arte. Lo que nos diferencia de la
animalidad, y por extensión, todo el mundo natural, es nuestro nivel
de reflexibidad. Somos seres pensantes y ello nos obliga a tomar
decisiones sobre el camino que queremos tomar. Si en los animales
este “a dónde” ya está determinado en su propia “genética”,
en el hombre ese “a dónde” tiene que ser pensado. Es por ello
que cualquier actividad humana, no sólo la del trabajo, venga
aparejada de una especie de plusvalía. Ciertamente, no sólo
trabajamos para mantenernos vivos, en el sentido de obtener alimento
y el resguardo necesario contra la climatología adversa y los
depredadores, sino que hay un algo más, algo que dignifica al
hombre, un direccionalidad, un rumbo, un fin. En términos éticos,
esa dirección sólo puede alcanzarse por medio de la virtud. Lo
contrario de esta, el vicio, consistiría en obviar la imperiosa
necesidad de tomar partido, en definitiva, el encanallamiento.
En las reflexiones sobre estética de Theodor Wiesengrund Adorno la música ocupa un lugar fundamental. En cierto modo, y utilizando terminología hegeliana, su vida fue una continua disputa dialéctica entre las dos disciplinas que trabajó y dominó, la filosofía y la música, y a las que en ningún momento renunció a lo largo de toda su vida. Es así como en su pensamiento encontramos numerosas y valiosas reflexiones sobre la música que nos hacen suponer que ésta se halla en el centro de sus pensamientos y sobre cuya estructura parece haber elaborado su teoría estética general. En concreto, en atención a la música, escribió numerosos ensayos que culminaron en su síntesis teórica: Teoría Estética 1 , publicada incompleta y póstumamente en 1970. La Teoría Estética es una reflexión sobre la propia estética como disciplina y en la que Adorno se plantea la posibilidad de salvarla de la precaria situación en la que se encuentra en una época concreta, la de las vanguardias históricas, los mass-medi...
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