La cuestión es que no queremos renunciar a la autonomía del arte pero vemos como necesariamente la obra de arte no puede permitirse el no intervenir en el contexto socio-cultural en el que estamos inmersos. Pero esa intervención no consiste en decir simplemente lo mal que están las cosas, como hoy en día nuestros "representantes culturales" hacen desde sus cómodas poltronas. El Capital, que todo lo puede, es capaz de dejarles, ¡ah! esos representantes, un lugar propio dentro de la maquinaria propagandística para que ellos protesten y den rienda suelta a sus ideales y todo siga igual. Ciertamente, ante esta situación, la mayoría nos encontramos ante cierta impotancia a la hora de hacer frente a los problemas que nos abruman. Se supone que herramientas como la huelga y otras expresiones al uso son los modos de poder revindicar nuestra autonomía artística cuando vemos que está siendo acosada o neutralizada por estamentos ajenos. Quizás convenga seguir la reflexión por esto, por la importancia de las herramientas, competencias o repertorios, entendidos como conjunto de saberes que nos capacitan para poder realizarnos en un medio socio-cultural concreto.
Hoy en día, cuando se afirma que somos una sociedad sin valores, no podemos referirnos a la vulgar no creencia en dioses o demás normatividades éticas, sino a la ausencia de herramientas o repertorios que nos capacitan para entablar una relación, más o menos creativa, con el Otro. Por lo tanto, el artista y su obra pueden y deben insertarse en el mundo concreto, no en mundos paralelos restringidos como museos, salas de concierto, etc... Pero ese insertarse no puede darse nunca si no es a través de un modo específico de formar, esto es, de desarrollar las competencias o repertorios determinados en todo grupo humano por reducido que sea. No hablamos, por tanto, de una relación directa entre el arte y la realidad, sino de crear esa relación entre arte y realidad a través de las competencias o herramientas que nos capaciten para construir mejor la realidad, para enriquecer y diversificar nuestra percepción.
Quede aquí lo pensado este fin de semana.
Hoy en día, cuando se afirma que somos una sociedad sin valores, no podemos referirnos a la vulgar no creencia en dioses o demás normatividades éticas, sino a la ausencia de herramientas o repertorios que nos capacitan para entablar una relación, más o menos creativa, con el Otro. Por lo tanto, el artista y su obra pueden y deben insertarse en el mundo concreto, no en mundos paralelos restringidos como museos, salas de concierto, etc... Pero ese insertarse no puede darse nunca si no es a través de un modo específico de formar, esto es, de desarrollar las competencias o repertorios determinados en todo grupo humano por reducido que sea. No hablamos, por tanto, de una relación directa entre el arte y la realidad, sino de crear esa relación entre arte y realidad a través de las competencias o herramientas que nos capaciten para construir mejor la realidad, para enriquecer y diversificar nuestra percepción.
Quede aquí lo pensado este fin de semana.
Comentarios