Podemos
rastrear la dialéctica heterogeneidad/homogeneidad en los recientes
acontecimientos de Grecia, sin duda, todavía no extrapolables a
España en la medida de que la fuerza heterogeneizadora no ha
iniciado la fase ofensiva, o sea, las primeras escaramuzas
dialécticas como consecuencia de su acceso al poder, es decir, una
vez que no se ha hecho con un locus o lugar en el cual poder
iniciar un mínimo de ofensiva.
Un
aspecto del proceso heterogeneizador es el de potenciación de su
contrario, o sea, la homogeneización de las fuerzas, o en términos
rabiosamente actuales, el aglutinar el descontento de las masas. A
primera vista, tal como enfáticamente las fuerzas reaccionarias
ponen de manifiesto, es un proceso de carácter vulgar basado en un
lenguaje directo y efectivo. No hay que insistir en que este
fenómeno, en esencia, es fundamental a la hora de inicial cualquier
movimiento revolucionario, pero hay que advertir que todo eso no es
más que un medio, y que tratar de convertirlo en un fin es
desvirtuar las cosas. En este sentido, el peligro no viene solamente
de fuera, sino también de dentro. Por lo tanto, el proceso de
heterogeneizador supone, en primer lugar, abrir un espacio a partir
del cual poder iniciar cualquier movimiento revolucionario. Ese lugar
no tiene carácter de fin en sí mismo, sino de medio para cambiar
las condiciones espacio-temporales que abran la posibilidad a
cualquier tipo de transformación.
En
este sentido, la victoria de Syriza sitúa la lucha de clases en lo
que denominaremos la fase topológica. Por muy débil o inestable que
pueda resultar el gobierno Griego, ese gobierno está en manos de
Syriza, es decir, ellos están allí, y no otros. Ellos son los
interlocutores, no otros. Ellos son los que asisten a las reuniones,
no otros. Reitero, no es asunto el evaluar el grado de poder, sino
situar el lugar del poder. Es por tanto que la recién "derrota
política" -Varufakis a tenido que claudicar- sólo sea derrota
atendiendo al grado de poder. Sin duda, como he dicho antes, muchas
personas se han sentido "traicionadas" -y es que la
ideología pequeño burguesa crece en los momentos de mayor crisis-,
pero, en el contexto de la lucha de clases que venimos defendiendo,
solo puede considerarse como una batalla de situación, batalla que
tenía como cometido el situar a cada uno en su lugar.
Colocadas
las piezas, comienza el juego. ¡Bienvenidos a tiempos interesantes!,
que dice Zizek.
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