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La "querelle" y la música... 2


1. ANTECEDENTES: ideas estéticas generales de la Francia del S. XVII:

El siglo XVII en Francia está dominado por el racionalismo. Para los artistas del siglo XVII, el arte, y por extensión, lo Bello, consiste esencialmente en la presentación más directa, más pura, más nítida y clara de lo verdadero, que está relacionado con la razón y no con lo que nos muestran los sentidos de manera directa1. Así, este racionalismo reconoce en el hombre dos esferas distintas, una inferior, la esfera de la sensibilidad, de lo inestable, y otra superior, de la razón, la esfera de la estable, de la regla, de la ley. La esfera inferior debe estar completamente subordinada a la superior, de hecho el hombre para pensar y actuar bien necesita someter sus sentidos a la norma, a la razón. Este racionalismo preside toda la organización de la Francia monárquica y de los otros países de Europa (Monarquías absolutistas), en la que Dios se encuentra a la cabeza de la jerarquía y su representante en la tierra es el rey.
Con todo esto, es de suponer que el arte se someterá generalmente a reglas, a leyes, y no intentará jamás salirse del marco; se halla al servicio del rey, de la ley real, de la moral y de la religión. En este sentido hablamos de un arte moralizador. Sin duda el arte debe producir un goce, pero ante todo debe corregir.
Descartes se considera como el creador del racionalismo en Francia y en Europa. Para él el arte tiene una misión moralizadora a través de la imitación de la verdad, en la que actúa como su instrumento la razón. En su Compendio de la Música (1618)2, se interesó principalmente por las leyes matemáticas a las que obedece la música: técnica y física de los sonidos, acordes, consonancias y disonancias. En este sentido, tal como indica Fubini3, Descartes representó un potente e inicial estímulo para el desarrollo posterior de estudios científicos sobre el sonido y sobre la armonía que conducen a la afirmación de la autonomía de la música fundada en sus propias leyes y en la rigurosa e identificable relación psico-física de aquella con nuestra sensibilidad acústicoemotiva. Como se ve, Descartes no se queda sólo en lo racional, sino que lo relaciona con nuestra sensibilidad, con la llamada teoría de los afectos. Pero esta relación está claramente subordinada. Es decir, según esta teoría, la música no estimula nuestra sensibilidad y nos hace despertar la imaginación de manera que a través de aquélla el oyente es capaz de imaginar, de crear sus propias experiencias, o sea, que a través de ella obtenemos un placer en sí; más bien es la música, de acuerdo con su especial ordenación de los sonidos, la que nos transmite un determinado afecto. Así, el amor, la ira, la bondad, la piedad, mantienen su carácter universal no dependiente de las veleidades del mundo sensible.
Profundizando en el asunto, la teoría de los afectos proclama que hay una conexión rigurosa entre cada estado anímico, y la armonía, o estilo musical que corresponda. Por lo tanto, dicho lenguaje de los afectos tiende a concretarse, y ese es el objetivo de la mayoría de los teóricos de la época, y a tratar de individualizar un mecanismo sonoro apto para mover los estados de ánimo. En definitiva, este proceso no es más que un acto de dogmatización: la música debe ser lo suficientemente racional y clara para transmitir un mismo afecto a todos los oyentes.
En conclusión, los teóricos del siglo XVII se alían para la consecución del mismo fin: intentan, incluso por caminos distintos, ordenar racionalmente el mundo de los sonidos y, en correspondencia con éste, el mundo de los afectos. El denominador común de todos es que aspiran a una sistematización más racional del universo sonoro, valiéndose de una investigación que saque a la luz las leyes intrínsecas del sonido, su autonomía y, sobre todo, los modos por medio de los cuales se explican los efectos que ejerce sobre el espíritu humano, fin último de la música. Así el placer de los sentidos mismo obedece ya a determinadas leyes y es, en consecuencia, racional.
1Cfr. Bayer, Raymond, Historia de la Estética, FCE, 1965.
2Descartes, René- Gabilondo, Ángel, Compendio De Música. Tecnos 1992.
3Fubini, Enrico, La Estética Musical desde la antigüedad hasta el siglo XX, Alianza Música 1995, (p. 168-169).

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