4.
La tendencia
Los
dos polos contradictorios (comunidad y legalidad) no pueden ser
entendidos como lugares quietos, cosificados, sino como fuerzas, como
movimientos, como tendencias que diría Lenin. La comunidad sería la
tendencia de la singularidad, de la carne, hacia la universalidad,
mientras que la ley es la tendencia de la universalidad, del
espíritu, hacia la singularidad. Esas tendencias, utilizando
terminología de Lukács, se encarnaría en la particularidad del
sujeto. En palabras de Unamuno, “en la comunidad hay más bien
ganas de creer, (…) las ganas de creer sale de la carne, y a la vez
hay que engendrar hijos de espíritu: hablamos de dos sobreviviencias
contradictorias entre sí”. La carne tiene necesidad de creer,
necesidad de la idea, de universalidad, mientras que el espíritu
tiene necesidad de engendrar, necesidad de hijos, de singularidad. Es
fácil, por tanto, distinguir entre el carácter viril de la carne y
el carácter femenino del espíritu. Por todo eso, para Unamuno, la
fe es virilidad, es decir Sí o No, “sobre pujar la duda”. Así,
“el que va a imponer una fe a otro por la espada, lo que busca es
convencerse a sí mismo. Pide señales, pide hacer un milagro para
sostener su fe”1.
Pero,
en la terminología que venimos utilizando, ¿qué significan estas
tendencias? La ley escrita (la letra), va dirigida a la masa. Es el
movimiento de apropiación del plusvalor de la ley que realiza la
comunidad. Unamuno lo denomina como el acto de la “maternidad”,
de crear carne, de crear tradición, de crear hombre. Mientras que la
“paternidad”, el momento creativo de la ley, el creo, el impongo
“mi fe mediante la espada”, la comunidad se hace autoconsciente
(se hace comunidad, tradición), es decir, sólo a través del acto
creativo de la ley la comunidad es comunidad, mientras que sólo a
través del acto de engendrar la comunidad la ley es la ley.
Por
tanto, mediante la fuerza del plusvalor de la ley, el hombre puede
procrear al hombre, puede hacer hombres de carne y hueso, y en un
segundo movimiento, opuesto, el mismo hombre tratará de crear la ley
para conformarse como comunidad. El aspecto comunitario del hombre
(su universalidad a partir de la singularidad de cada uno de los
hombres), lo que Aristoteles llamaría el “zoon politikon”, solo
pasa por el acto creativo de la ley, es decir, por la apropiación
del plusvalor de la comunidad; mientras que, a su vez, la
singularidad del hombre (su carácter carnal, individual,
particular), sólo pasa por el acto de apropiación del plusvalor de
la ley que aporta la seguridad, el marco mediante el cual su
supervivencia como hombre está asegurada de alguna manera.
Otra
cosa es determinar en qué sentido las fuerzas materiales recrudecen
la lucha agónica en el sujeto o en el cuerpo social. Un exceso de
leyes produce lo que vengo en llamar las revueltas del hombre de
carne y hueso, y viceversa. ¿Cómo supera estas dificultades el
sujeto? Y ahí estaría la clave para entender esta frase: “los
hombres se dejan matar por un ídolo. Lo que hay es pocos con el alma
suficiente para calentar a su Dios en su agonía para darle vida así,
para hacer de la agonía vida”2.
Siguiendo
con la virilidad de la Fe, Unamuno destaca su carácter no
intelectual. ¿Por qué no es intelectual? Porque pertenece al
pueblo, a la comunidad. Y cuando un pueblo está desintegrado, no
tiene ganas, no tiene fuerza, ha perdido la fe. La carne, por tanto,
puede tener fe o no tenerla, pero en eso le va la vida.
1Ibíd.
p. 65.
2Ibíd.
p. 58.
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