1.
Prolegómenos

Pero
es necesario darle una mayor amplitud a esa agonía. La agonía se
referirá a todo proceso de lucha que no conlleva, evidentemente, la
proximidad de la muerte. Ciertamente, se gana o se pierde, pero eso
no acarrea la muerte, más aún, es una síntoma claro de la propia
vida. Y es este sentido más amplio el que asume Unamuno. Pero más
que agonía del cristianismo, de lo que trata es de la agonía del
cristiano, de ese sujeto que encarna la contradicción, la misma que
nos vino a mostrar Cristo en la cruz, y bien hace el propio Don
Miguel al aportar el motivo de esa perspectiva: “en el orden
religioso, y sobre todo en el orden de la religión cristiana, no
cabe tratar de los grandes intereses generales, religiosos, eternos,
universales, sin darles un carácter personal, yo diría más bien
individual”1.
Y
para lo que venimos tratando últimamente en este humilde blog,
descubrimos en Unamuno la importancia del sujeto, del yo como
encarnación de la lucha, de la agonía del hombre. Y como hemos
dicho, es pieza fundamental la figura de Cristo: “Y el Cristo vino
a traernos agonía, lucha y no paz”2.
Pero, ¿en qué sentido debemos entender esa lucha? Ciertamente, en
sentido ontológico. Es una lucha que se da en el interior mismo del
sujeto, también del propio cuerpo social, entendido como unidad. Lo
que mantiene unido a ese sujeto, es decir, lo que le brinda la
unidad, la identidad, es precisamente la lucha. Y lo mismo cabe decir
del cuerpo social. Cristo, por tanto, viene a reflejar esa lucha, esa
agonía. Cristo, ese Dios hecho carne, vino a reflejar la esencia del
propio hombre, y por eso murió por todos nosotros.
En
este sentido, el Cristianismo no es nunca una doctrina, nunca una
ideología, y por eso “la cristiandad” no hace referencia a la
cualidad de ser cristiano, sino a la capacidad de ser un cristo, de
ser una persona agónica, de asumir esa lucha, como Cristo: “la
cristiandad fue el culto a un Dios hombre, que nace, padece, agoniza,
muere y resucita de entre los muertos para transmitir su agonía a
sus creyentes”3.
1Unamuno,
Miguel (de), La agonía del cristianismo, Madrid: Alianza,
1992, p. 25.
2Ibíd.
p. 29.
3Ibíd.
p. 35.
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