
Inmediatamente después de la
nariz, Shostakovich cambió las formas de hacer. Aunque siguió interesándose por
las posibilidades expresivas del humor y de la sátira, su lenguaje fue mucho
sencillo:
Hasta
cierto punto elaboró su música en función de los hábitos de los oyentes,
sirviéndose de estructuras tonales conocidas que, deformadas, provocaban un
efecto cómico. Shostakovich utilizaba acordes absolutamente sencillos, que
modificaba para que sonasen a parodia de la vieja música. En sus obras
aparecían con cierta frecuencia frases banales y se dejaban oír polcas, valses,
galops y otras variantes de música ligera[4].
Pero, por momentos, por ese camino
tampoco las cosas parecían irle bien. “La nariz” fue desapareciendo pronto de
los carteles, lo mismo que dos de sus ballets, La edad de Oro y El perno,
y su Sinfonía nº 3, subtitulada “Primero de Mayo”, donde incorporó en la gran forma sinfónica los elementos
estilísticos de lo grotesco, lo burlón y el sarcasmo, sólo se llegó a
interpretar dos veces. Por momentos la autoridad que había conquistado con su
Sinfonía nº 1 se estaba agotando. Y trató de salir de ese atolladero
colaborando con los dirigentes políticos. Si duda, a pesar de que existía en
esos años 20´ en Rusia una relativa libertad y tolerancia creativa, los
artistas que se mostraban dispuestos a colaborar con el Partido disfrutaban de
importantes ventajas. Es por ello que, en palabras de Meyer, Shostakovich se encontró definitivamente
dentro del engranaje infernal del sistema comunista soviético[5].
[2] “Meyerhold (1874-1942) se convirtió en
uno los activistas más entusiastas del nuevo Teatro Soviético y se unió al Partido
Bolchevique
en 1918. Tuvo un alto puesto en el Consejo del Teatro Bolchevique y abrió su
propio teatro, que hasta el día de hoy lleva su nombre. Se enfrentó fieramente
a los principios del academicismo teatral, que
eran incapaces de adaptarse a la nueva realidad.” Fuente: wikipedia.
[3]
Krzystof, Meyer, Op. Cit. Pág. 106.
[4]
Ibíd. Pág. 112.
[5]
Ibíd. Pág. 126.
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