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La Sinfonía nº 7... “Leningrado”... y 11



En el contexto anterior, la Sinfonía nº 7, subtitulada “Leningrado”, en las manos de Stalin y su aparato político, se convirtió pronto en un revulsivo importante, no sólo para ayudar al pueblo a aguantar el horror del hambre y las bombas sino para demostrar a todo el mundo la tenacidad y grandeza del nuevo hombre soviético. Es famosa la imagen de la revista Times donde aparece Shostakovich con el traje de bombero, representando al artista soviético comprometido. De hecho, reforzando ese compromiso entendemos las siguientes palabras del propio compositor que, en cierto modo, parece dejarse llevar por la inexorabilidad de los acontecimientos:
Shostakovich addressed the audience, live and radio, before the performance, explaining how he came to write the piece, describing its character and content. In an inspirational article published in Pravda three weeks later, he reinforced the deeply patriotic impulse behind his Seventh Symphony: “The war we are fighting against Hitler is an eminently just war. We are defending the freedom, honor, and independence of our Mother land. We are struggling for the highest human ideals in history. We are battling for our culture, for science, for art, for everything we have created and built. And the Soviet artist will never stand aside from that historical confrontation now taking place between reason and obscurantism, between culture and barbarity, between light and darkness.… I dedicate my Seventh Symphony to our struggle with fascism, to our coming victory over the enemy, and to my native city, Leningrad”[1].
[Shostakovich se dirigió a la audiencia, en directo y por radio, antes de la representación explicando cómo llegó a escribir la pieza, describiendo su carácter y contenido.  En un artículo inspirador publicado en Pravda tres semanas después, el propio Shostakovich reforzó el impulso patriótico presente en su Séptima sinfonía: " La guerra que estamos librando contra Hitler es eminentemente una guerra justa. Estamos defendiendo la libertad, el honor y la independencia de nuestra madre patria. Estamos luchando por los más grandes ideales humanos en la historia. Estamos luchando por nuestra cultura, por la ciencia, por el arte, por todo lo que hemos creado y construido. Y el artista soviético nunca se va a quedar ajeno a esa histórica confrontación que ahora está teniendo lugar entre razón y oscurantismo, cultura y barbarie, entre luz y oscuridad... Dedico mi séptima sinfonía a nuestra lucha contra el fascismo, a nuestra próxima victoria sobre el enemigo, y a mi ciudad natal, Leningrado."][2]
En cualquier caso, en el contexto del nuevo paisaje que se desplegaba  podemos aventurarnos a pensar que la “Leningrado” podía decir más cosas de que las que podía  imaginar el propio poder hegemónico.  Y esto es lo que precisamente aprovecha Shostakovich. Éste, en el marco del antagonismo socialismo/capitalismo tenía poco espacio para expresar su sufrimiento porque esa expresión significaba Siberia, o la muerte, y encuentra una manera de sacarlo a la luz gracias a la guerra. La guerra le brindó la oportunidad de expresar gracias al nuevo programa (fascismo/antifascismo), no sólo el sufrimiento que ella proporcionaba, sino el sufrimiento oculto y callado de su mismo régimen, aquel que les somete:
 “When Dmitriy Dmitriyevich finished playing, everyone rushed up to him. He was tired, agitated. Everyone spoke at the same time. About this theme (the “invasion” episode of the first movement), about fascism. Someone immediately dubbed the theme “ratlike.” They spoke about the war, struggle, and Victory… Samosud predicted enormous success for the symphony: it will be played everywhere.
Later that evening ... I looked in again on the Shostakovich es to drink tea. Naturally, they were talking about the symphony again. And then Dmitriy Dmitriyevich said reflectively: “Fascism, of course.Butmusic, realmusic, is never attached literally to a theme. Fascism isn’t simply National Socialism. This music is about terror, slavery, the bondage of the spirit.” Later, when Dmitriy Dmitriyevich became used to me and began to trust me, he told me directly that the Seventh (and the Fifth as well) are not only about fascism but about our system, in general about any totalitarianism”.[3]
[Cuando Dmitry Dmitriyevich terminó de tocar, todo el mundo corrió hacia él.  Estaba cansado, perturbado. Todos hablaron al mismo tiempo. Sobre este tema (el episodio de "la invasión" del  primer movimiento), sobre el fascismo. Alguien llamó al tema como "de canallas".  Hablaron sobre la guerra, lucha, y la victoria... Samosud pronosticó un enorme éxito para la sinfonía: "Será interpretada en todas partes".
Ese mismo día por la tarde, me acerqué a la casa de los Shostakovich para tomar el té. Naturalmente, otra vez estaban hablando de la sinfonía. Y entonces Dmitriy Dmitriyevich dijo pensativamente: "Facismo, por supuesto. Pero la música, la música real, nunca está atada, ligada literalmente a un tema. El fascismo no es únicamente Nacionalsocialismo. Esta música es sobre el terror, la esclavitud, la esclavitud del espíritu." Más tarde, cuando Dmitriy Dmitriyevich se acostumbró a mí y empezó a creer en mí, me dijo directamente que la séptima (y la quinta también) no son sólo sobre el fascismo sino también sobre nuestro sistema, y en general sobre cualquier totalitarismo.]
Como vemos, en las propias palabras de nuestro compositor se destila un nuevo programa que lucha por salir a la luz, por ser el protagonista. Es el programa de la gente de a pie, el programa de las personas que sufren, que pasan hambre, que soporta los estragos de la guerra, sea cual sea el poder tiránico que los someta. Y el propio régimen sabía de ese potencial subversivo de la obra. Ya desde un principio trató de cortarlo de raíz:
Some critics found fault with the finale, with its brevity and “insufficient” optimism. Samosud, drafted by the Committee for Artistic Affairs to conduct the premiere of the Seventh Symphony (within days of its completion already being promoted for a Stalin Prize), tried to persuade the composer that to make the finale really effective what he needed was to include soloists and chorus to sing the praises of Stalin. As Shostakovich told Glikman, “There are a whole host of other valuable remarks occasioned by the fourth movement; I take them under consideration, but not into practice, because as far as I am concerned there is no need for a choir and soloists in this movement and the optimism is entirely sufficient.”[4]
[Algunos críticos encontraron defectos en el movimiento final, por su brevedad e “insuficiente” optimismo. Samosud, seleccionado por el Comité de Asuntos Artísticos para dirigir el estreno de la Séptima Sinfonía (pocos días después de haberse terminado ya había sido promovida para el Premio Stalin), intentó persuadir a Shostakovich de que para hacer el final realmente efectivo lo que necesitaba era incluir solistas y coros que cantasen alabanzas a Stalin. Pero Shostakovich se mostró reacio a hacer cambios en su sinfonía. Y en estos términos se dirigió a su amigo Glikman: “Hay toda una serie de observaciones para el cuarto movimiento; las tomo en consideración, pero no las llevo a la práctica, porque en lo que a mí respecta no hay necesidad de ningún coro ni solistas en este movimiento y el optimismo es completamente suficiente”].
            Sin duda podemos imaginar el porqué Shostakovich no quiso incorporar ese tipo de coral final. Un texto alabando las virtudes del padrecito Stalin hubiera cortado de raíz cualquier tipo de interpretación de la sinfonía que sacara a la luz el verdadero sentimiento oculto, el del sufrimiento de los mismos soviéticos a causa de su propio régimen.
En cualquier caso, el partido seguía teniendo muy en cuenta el carácter ambiguo de la música de Shostakovich. Es por ello que nuestro compositor no pudo librarse de las pullas de los enconados burócratas del régimen. Como recuerda Mijaíl Árdov, en los informes del Primer Congreso Nacional de Compositores Soviéticos inagurado el 16 de Abril de 1948, Tijon Jrénnikov seguía acusándolo de escribir en un lenguaje “pro-occidental”, muy a pesar del gran rendimiento propagandístico que sacó el régimen comunista a esta composición:
La Séptima Sinfonía de Shostakovich demostró que su pensamiento musical resultó ser más eficaz para expresar las siniestras imágenes del fascismo y del mundo de la reflexión subjetiva que para plasmar las imágenes positivas de nuestro mundo contemporáneo. La tonalidad abstracta y el cosmopolitismo del lenguaje musical de Shostakovich, que durante la guerra no se planteó el objetivo de aproximarse al discurso musical nacional, han servido de obstáculo para que la Séptima Sinfonía disfrutase de una popularidad duradera entre el pueblo soviético […][5].  
            Pero no sólo eso, en Occidente la obra también perdía cada vez más adeptos, y pasaba a catalogarse como un ejemplo más de la burda y propagandística estética socialista. Ciertamente, los bloques Occidental y Comunista, una vez concluida la guerra con el nazismo, apostaron por volver a sus antiguas posiciones. Lukács parecía no estar mal encaminado cuando hacía hincapié, en su Significación actual del realismo crítico[6], en superar la dialéctica capitalismo-socialismo que desde la 2ª mitad del siglo XIX venía imponiéndose en las agendas políticas mundiales. Según Lukács, si bien la lucha entre capitalismo y socialismo fue un hecho incuestionable desde las jornadas de junio de 1848 con el levantamiento del proletariado parisino, con la segunda guerra mundial la oposición dialéctica se desplazó a la antítesis fascismo-antifascismo. Una vez consumada la derrota del Hitler, la estrategia de la guerra fría fue la de volver a dividir el mundo en dos bloques, el socialista y el capitalista. Lukács destaca que esa dualidad ya no reflejaba las verdaderas fuerzas que estaban moviendo al mundo, fuerzas cada vez más consientes y poderosas, que se sublevaron contra el objetivo directo de la estrategia de los “dos mundos”[7]. Esas fuerzas eran los movimientos por la paz, en los que participaban personas de todo tipo de ideología. Y es aquí donde entraría el arte, que el propio poder utiliza como un instrumento eficaz para consumar ese desplazamiento, el intentar imponer una visión del mundo, en nuestro caso, la división entre el bloque comunista y el bloque capitalista, frente a la que, vistos los estragos de las guerras mundiales, se estaba desarrollando en todos los pueblos, la división entre un “mundo en guerra” y un “mundo en paz”.           


[1] Fay, Laurel E., Op. Cit., Pág. 129-130.
[2]Agradezco encarecidamente la ayuda de Isidoro Villena Reinoso en todas las traducciones del inglés que aparecen en este trabajo.
[3] Ibíd. Pág. 128.

[4] Ibíd. Pág. 152 s.
[5] Árdov, Mijaíl, Shostakovich. Recuerdos de una vida, Madrid: Siglo XXI, 2006. Pg. 42
[6] Lukács, Georg, México: Era, 1963.
[7] Ibíd. Pág. 13.

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