Pasa el tiempo y parece que seguimos en el mismo lugar. Hoy parece finiquitada toda posibilidad de ilustración, de un mundo mejor, donde primen las relaciones de libertad, fraternidad e igualdad entre las personas. El futuro, como la casa, hipotecado. En esas estamos. Seguimos creyendo en el futuro, ese mesianismo que nos va a lanzar, por obra y gracia de nuestra naturaleza humana, más allá, a un paraíso terrenal. Y esa parece ser nuestra desazón, nos dejan sin futuro . Pero conviene volver a plantearse el qué entendemos por futuro, si bien esa categoría, hoy tan en boca de todo el mundo, no es más que una palabra huera, un pasatiempo, un "mira ese elefante volando". El futuro: el vacío, la mierda, pero eso depende del estado de ánimo, porque ambos adjetivos remiten a lo mismo, a una misma sustancia amorfa. La fisiología de la palabra futuro, su absoluta negatividad, se muestra en el propio uso que se hace de ella. Como la plastilina, puede ser modelada al antojo de...